Claudio Freidzon
Hace algunos años Dios me desafió a vivir una nueva
etapa en mi relación con Él. Mis ojos se abrieron a la
realidad del Espíritu Santo como nunca antes. La «llave»
que presentía me faltaba finalmente estaba en mi mano
y ¡abría los tesoros del cielo! Mi relación personal con el
Espíritu Santo pasó a ocupar el primer lugar en mi vida.
«Este culto fue tremendo», me decían los hermanos
al finalizar la reunión. Pero en mi interior yo estaba
insatisfecho. Corría a casa y me arrodillaba a orar: «Se-
ñor sé que hay más, que existen ríos y manantiales.
Tengo hambre de ti, necesito conocerte más ... » Y Dios
me guió a esta nueva relación que hoy disfruto y en la
cual deseo seguir creciendo.
Esta comunión con Dios cambió mi vida y mi ministerio.
Fui transformado. La experiencia fue tan fuerte
que durante noches enteras no dormía para estar con Él.
Aún hoy, su presencia me seduce de tal manera que
cuido mis ojos y mi corazón para que nada la aparte de
mí. Cuando el Espíritu Santo nos llena todo es fresco y
renovado. Dios busca un pueblo que tenga hambre del
Espíritu Santo, pasión por conocerlo !
(excracto de mi libro 'Espíritu Santo tengo hambre de Ti')
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